lunes, 30 de mayo de 2011

Sombras en el homenaje (El Gobierno de Zapatero trata con prejucios y recelos al Ejército)



Con una diferencia de 24 horas se celebra el Día de las Fuerzas Armadas en España y el Memorial Day, o Jornada de los Caídos en EE UU (último lunes de mayo). Pero la distancia es algo más que temporal: los Gobiernos norteamericanos, independientemente de que se trate de demócratas o republicanos, expresan un profundo respeto por conceptos como la bandera y la patria, y se toman absolutamente en serio el papel de las fuerzas armadas.

Nada que ver con los prejuicios y recelos con los que el Gobierno Zapatero trata en España al Ejército. Contrasta, por cierto, esta actitud con la alta valoración que los profesionales de la milicia merecen a la ciudadanía. Las Fuerzas Armadas son una de las instituciones mejor valoradas en las encuestas del CIS. 



Y con razón: se trata de uno de los colectivos de profesionales mejor formados, y que hacen gala de su buen hacer y un encomiable espíritu de servicio. Pero en lugar de valorar su decisiva aportación, un Gobierno prisionero de trasnochados prejuicios ideológicos no pierde ocasión de ningunearlo.

Y lo hace minando la moral de la oficialidad, al limitar las posibilidades de promoción, mediante la Ley de la Carrera Militar, que introduce la arbitrariedad: progresar ya no depende del mérito o la antigüedad, sino de la voluntad del superior. O desvirtuando la formación de los oficiales, al obligarles a estudiar Alianza de Civilizaciones, e incluso asignaturas puramente ideológicas, y con nula base científica, como Género e Igualdad. El resultado ha sido generar malestar en un estamento obligado a guardar silencio, y abocado a la desmoralización. ¿Sería a eso a lo que se refería la ministra Chacón al decir que España tenía el Ejército soñado hace 80 años por Manuel Azaña?

Unas Fuerzas Armadas que paradójicamente se meten en discutibles fregados, en nombre de la paz, como Afganistán o Libia, mientras la crisis obliga a aplicar severos tijeretazos en combustible, número de aeronaves y submarinos, raciones de combate e incluso efectivos; todo lo cual merma considerablemente la operatividad de las tropas.

Así, por un lado 1.500 soldados se juegan la vida en un conflicto vietnamizado como Afganistán, con continuos incidentes peligrosos en la zona de Qala-I-Now, de los que no informa Defensa, tal vez para mantener la increíble ficción zapaterista de que se trata de una misión humanitaria. Pero, por otro, con la reducción del número de submarinos, la Armada no puede cubrir con garantías los 7.900 kilómetros de costa de España. 





Mientras tenemos a 500 soldados en la guerra de Libia, carecemos de un Mando Conjunto Militar en el Estrecho, el flanco estratégico más desguarnecido y peligroso, como resaltan los expertos en Defensa, o al Ejército de Tierra se le caen a pedazos los obsoletos blindados BMR, cuyos accidentes han provocado decenas de bajas en los últimos años.

El Día de las Fuerzas Armadas sintetiza muy bien la contradicción que subyace en un estamento ninguneado por el zapaterismo. Por un lado, ha dejado clara la profesionalidad de los militares, con la brillante exhibición de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, en la playa de la Malagueta; pero, por otro, ha puesto de relieve la falta de tacto de Defensa con la reducción del acto de homenaje a la bandera a un rápido trámite de 45 minutos y la ausencia de desfile, que ha provocado el lógico malestar y los abucheos del público.



LA GACETA

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